miércoles, 1 de septiembre de 2010

Homenaje a Trosky*


Recientemente se han cumplido los cincuenta años del asesinato de Leon Trosky, en Coyocan, distrito de Ciudad de México, a manos de enviados del partido comunista soviético bajo el control de Stalin. De esta manera se cerró el drama de la figura más estelar y magnífica del marxismo clásico y de la revolución mundial en el siglo XX.

Fue junto con Lenin el arquitecto del triunfo de la insurrección y la revolución de octubre que construyó el poder soviético bajo las ruinas del antiguo imperio zarista. Supo descifrar el poder dual creado por los consejos de obreros y soldados y reclamar para ellos el poder. En la obra de John Reed Los Diez Días que Estremecieron al Mundo se narra la actividad febril, el talento, la audacia y la inteligencia de Trosky para organizar, convencer, conspirar y encabezar la lucha de las masas en ánimo revolucionario, por la república socialista. Su figura se engrandece con perfiles incluso superiores a los de Lenin. Nunca la palabra revolucionaria había tenido mejor tribuno y orador; y nunca la literatura política marxista había encontrado mejor escritor y propagandista. Todo esto lo colocó como gran conductor de los destinos de la revolución más profunda del siglo XX y la que más decisivas transformaciones habría de generar en el concierto de la política mundial.

Leon Trosky fue un audaz hombre de acción. Organizó el Ejercito Rojo derrotando a los guardias blancos y ala conspiración armada de las grandes potencias. Sacó de las ruinas los ferrocarriles, la herramienta principal de los transportes. Inauguró la economía planificada. Inspiró junto a Lenin la III la Internacional como una nueva corriente en el marxismo y el movimiento obrero internacional.

Trosky fue igualmente un teórico de la revolución moderna. Un analista de la época del capitalista imperialista, de la política y la diplomacia de las grandes potencias. Al participar en la revolución soviética lo hacía en un país inmenso, con grandes epicentros industriales, pero al tiempo profundamente atrasado , primitivo y bárbaro. La revolución no había triunfado de acuerdo al pronostico de Marx y la socialdemocracia alemana en el capitalismo metropolitano sino en las puertas mismas del Oriente lejano. No tenía como soporte la modernidad sino el arcaísmo económico, social y cultural. Diseñó entonces la teoría de la revolución en los países atrasados, la famosa ‘Teoría de la Revolución permanente’, la más brillante y definitiva disputa intelectual por interpretar el rumbo de las transformaciones en estas áreas decisivas del mundo. Toda la intención práctica e intelectual de Trosky se ligó a la idea de la revolución internacional. Para él, el socialismo en un sólo país era un imposible histórico y su propuesta una a aberración conceptual.

La escena de la política mundial no generalizó el triunfo revolucionario y la Unión Soviética vivió el aislamiento. Tal aislamiento sumado a la estructura del atraso y combinado con errores graves del propio Trosky y Lenin como “el trabajo forzoso socialista” y la prohibición de las tendencias en el seno del partido comunista, lo cual ahogó la precaria democracia existente. En verdad, el talón de Aquiles del bolchevismo siempre fue su concepción de ver en las libertades una constelación de demonios de la burguesía.

La Unión Soviética tomo el camino de la burocratización y de la dictadura con su cortejo de crímenes y horrores, al mismo tiempo que se industrializaba. Con extraña clarividencia Trosky había pronosticado el asunto de esta manera: “La organización sustituirá entonces al partido en su conjunto; entonces el Comité Central sustituirá a la organización; y finalmente un solo dictador sustituirá al Comité Central”. Desde entonces se convirtió en el más grande critico y opositor del sistema estalinista, librando una titánica lucha en el exilio y destierro del país a país, hasta encontrar en el México de Lázaro Cárdenas el asilo definitivo. Trosky pronosticó con gran lucidez la inevitable bancarrota de la burocracia estalinista, con su dictadura reclamando la democracia socialista y conjurando el desarrollo de la Revolución Política de la Unión Soviética. Por muchas razones los acontecimientos de la perestroika y el glasnost están presentes en el diagnóstico suyo y la nueva época en curso constituye un triunfo de sus propuestas.

La personalidad intelectual de Trosky es múltiple. Produjo un severo y profundo análisis del Fascismo. Escribió la Historia de la Revolución Rusa, inigualable estudio sobre este suceso. Su autobiografía, Mi Vida es obra maestra del género. Sus escritos sobre literatura y cultura alcanzan profundidad sobre los temas abordados. Polemista y escritor soberbio. Un raro y extraordinario ejemplar de la humanidad, cuyo drama puede resumirse en estos párrafos de Deutcher en su monumental biografía política: “Es preciso recalcar una vez más que la fuerza y la debilidad de Trosky estuvieron arraigadas por igual, hasta el último momento, en el marxismo clásico. Sus derrotas resumieron la discrepancia fundamental que acosó al marxismo clásico como doctrina y como movimiento: la discrepancia y el divorcio entre la visión marxista del desarrollo revolucionario y el desarrollo real de la lucha de clases y la revolución”.


* Publicado en el diario La Prensa el 12 de septiembre de 1990. P. 7.

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